lunes, 16 de julio de 2012

Un tanto para Tarantino.



Podría pasarme horas escribiendo acerca de muchas cosas diferentes, para que personas diferentes tuviesen muchas cosas que leer. pero, luego pienso que habiendo tantos temas , no conozco nada mejor que a mí misma. Una historia mía hablando de mi. Yo frente al espejo enfrentándome a esa misma, que no dice nada porque vive en una película muda y al estilo de Tarantino. Mi vida en versión pulp de entrega mensual llena de ficciones y buenas ideas. Sí eso, una historia de lo que fui , soy y seré , llena borrones, notas al margen y destacadores de colores. Una historia sobre el drama. Sobre escribir, volar , reír , llorar , pensar , correr, cagar, soplar y vivir en drama. Ser dramaturgo para que mi nombre sea recordado por los siglos de los siglos, hasta que la tierra se coma mis entrañas. Sí, que la carne medio putrefacta de mi cuerpo inerte sea devorada por partículas pequeñas, pequeñas, inestables y enterradas , al igual que mi nombre. Un conjunto de letras que se aparean entre sí formando una palabra apenas comprensible, que me define desde que uno de esos tantos espermios fecundó. Desde entonces estoy aquí obligada a ser y permanecer , atrapada , sin saber como salir, porque a nadie se le ocurrió pintar un letrero de escape. Y quien no quiere irse sin pasar desapercibido, tomar una micro que no se detenga en ningún paradero, para así explicar que dejaste la ciudad y olvidaste sus teléfonos. Irse y no dejar ninguna huella, desaparecer de pronto porque te trago la noche en el paseo por el parque. Comprar una cajetilla de cigarros que no fumarás jamás porque no te gusta el olor a humo, gastar todo el dinero que tienes en cosas inútiles como lo hacen todos aquellos a los que les cuesta llegar a fin de mes. Sí donar esos tres pesos a que se yo cual fundación porque crees que así podrás redimirte. Pero, no, porque en los tiempos del apocalipsis todos seremos juzgados por conectarnos a facebook y comprar sopaipillas grasosas de algún carrito. Juzgada por no escribir nunca nada interesante, ni plantar árboles, ni tener hijos. Así será como todos terminaremos buscando pelirrojas en las redes sociales y queriendo ser exhortados ante tanto despilfarro intelectual. Perseguidos por cuatro jinetes que van al trote con un cierto 1, 2, 3 tarantinesco. 










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