La realidad está llena de conceptos, de significados que si no fuera por el lenguaje carecerían completamente de un significante. Hoy la pena contenida en esa complejidad inextricable de la vida, me trae un goce importante con aspiraciones de felicidad. El futuro habla de proyecciones y yo sentada en mi sofá favorito aprovecho de reírme de él cuando no está mirando. Porque a ojos cerrados creemos que vivimos en el postmodernismo; la sociedad de la información , la diferenciación funcional de la sociedad de Luhmann y el acentrismo exacerbado de la multiplicidad de opiniones. Lo cierto es que yacemos en una quietud de ultratumba, en una serenidad austera que ignora la necesidad del hombre de tener inquietudes. Vivimos en el riesgo constante de caer alienados, devastados por una masa de individuos que se cree exento de totalitarismos. Somo esclavos de nuestra opinión con el cuidado inmanente de perdernos en la post-producción de los juicios.
Queremos comprender la volatilidad de aquello que está en el aire , que se desplaza y nos inunda de sensaciones universales.
Sómos pequeños, somos la representación de un punto en el espacio , que busca su pertenencia y contención pero que a la vez, abarca la totalidad de lo que lo contiene, sumiéndose en una relación caprichosa de síntesis.
Somos culturalmente irreemplazables y funcionalmente desechables; somos parte imprescindible de la génesis de la pertenencia y la unidad indispensable para que funcione un sistema.
Somos responsables de dejarnos llevar por el goce que trae consigo la comprensión; que el lograr entender suma un punto a nuestras ansias de conocimiento.
Estamos en un siglo que grita a toda voz nuestro derecho al descontento, dónde ya no existe una excusa para callarse, que si me duele el pelo, que si se me quiebra una uña, que si quiero reciclar, que si somos reciclables...estoy en mi derecho a protestar en mi gusto por manifestarme, que si salgo a las calles y te encuentro , nos une lo único que nadie nos puede quitarnos, la libertad por la identidad que acompaña al reconocimiento.
Hemos cultivado la imagen y nos hemos apropiado de lo audiovisual; y lentamente le hemos devuelto al arte el lugar que le corresponde; Porque las vanguardias ya lo anunciaban entonces y la ciencia a tientas , se tambalea si al foco decidimos cambiarle la ampolleta.
No puedo negar que tenemos una profunda responsabilidad en todo esto , que la intuición ha vuelto a recuperar las riendas de la creación en lo cotidiano; que tenemos la misión como artistas de comenzar a construir sobre el manifiesto , que el desnudar la realidad no es denunciar que existe un problema, ni que la transgresión de aquello que nos acontece despiertas las consciencias que no hacen esfuerzo alguno por levantarse; si no que devolverse a las raíces de la pregunta por el sentido. Que saber que el día está soleado y tener la convicción de que nos cuestionamos si ha salido el sol, volver a reconocer el color del maquillaje con que la convivencia se pinta los labios.
El tener una pregunta e iniciar una búsqueda bajo su lente, el no desesperar frente a la posibilidad de no encontrar una respuesta, si no más bien, lograr hallar al ser que es parte del infinito, que goza de la eternidad y que a la vez es la eternidad misma; que escucha en su interior una voz, que es el eco de mil voces, pero que trata de hablar a través de la nuestra; que genera conocimientos que se plasman ante el mundo cómo una única melodía para cada experiencia , a pesar de que para todos los casos sea siempre el mismo objeto.
Que la realidad es una representación de representaciones , y que la magnificencia escapa a la necesidad implícita de ficción , que mueve al querer ser escuchados. El saber que ya no podemos vivir ajenos frente a lo que nos rodea y es parte de la fotografía del día a día.
Que todo goza de una presencia única que nos convoca a conocernos, mirarnos y aceptarnos; porque es recién ahí dónde se produce la verdadera creación ; aquella que es producto de que ya no estamos sólos, de que podemos ser felices, de que comprendemos, de que podemos comunicarnos.
...Ahora sólo cierro los ojos y me marcho, porque ya sé por dónde emprender mi camino...
Xauda de Amaranto
Somos culturalmente irreemplazables y funcionalmente desechables; somos parte imprescindible de la génesis de la pertenencia y la unidad indispensable para que funcione un sistema.
Somos responsables de dejarnos llevar por el goce que trae consigo la comprensión; que el lograr entender suma un punto a nuestras ansias de conocimiento.
Estamos en un siglo que grita a toda voz nuestro derecho al descontento, dónde ya no existe una excusa para callarse, que si me duele el pelo, que si se me quiebra una uña, que si quiero reciclar, que si somos reciclables...estoy en mi derecho a protestar en mi gusto por manifestarme, que si salgo a las calles y te encuentro , nos une lo único que nadie nos puede quitarnos, la libertad por la identidad que acompaña al reconocimiento.
Hemos cultivado la imagen y nos hemos apropiado de lo audiovisual; y lentamente le hemos devuelto al arte el lugar que le corresponde; Porque las vanguardias ya lo anunciaban entonces y la ciencia a tientas , se tambalea si al foco decidimos cambiarle la ampolleta.
No puedo negar que tenemos una profunda responsabilidad en todo esto , que la intuición ha vuelto a recuperar las riendas de la creación en lo cotidiano; que tenemos la misión como artistas de comenzar a construir sobre el manifiesto , que el desnudar la realidad no es denunciar que existe un problema, ni que la transgresión de aquello que nos acontece despiertas las consciencias que no hacen esfuerzo alguno por levantarse; si no que devolverse a las raíces de la pregunta por el sentido. Que saber que el día está soleado y tener la convicción de que nos cuestionamos si ha salido el sol, volver a reconocer el color del maquillaje con que la convivencia se pinta los labios.
El tener una pregunta e iniciar una búsqueda bajo su lente, el no desesperar frente a la posibilidad de no encontrar una respuesta, si no más bien, lograr hallar al ser que es parte del infinito, que goza de la eternidad y que a la vez es la eternidad misma; que escucha en su interior una voz, que es el eco de mil voces, pero que trata de hablar a través de la nuestra; que genera conocimientos que se plasman ante el mundo cómo una única melodía para cada experiencia , a pesar de que para todos los casos sea siempre el mismo objeto.
Que la realidad es una representación de representaciones , y que la magnificencia escapa a la necesidad implícita de ficción , que mueve al querer ser escuchados. El saber que ya no podemos vivir ajenos frente a lo que nos rodea y es parte de la fotografía del día a día.
Que todo goza de una presencia única que nos convoca a conocernos, mirarnos y aceptarnos; porque es recién ahí dónde se produce la verdadera creación ; aquella que es producto de que ya no estamos sólos, de que podemos ser felices, de que comprendemos, de que podemos comunicarnos.
...Ahora sólo cierro los ojos y me marcho, porque ya sé por dónde emprender mi camino...
Xauda de Amaranto