Tengo un montón de amor para darle al mundo y lo enigmático es que aún no sé que hacer con él. Lo retengo, transformo , encauso, despliego, extiendo, amaso, deformo, condenso y aún sigue aquí perfectamente intacto. Me visto y me desvisto llena de dudas, aún no logro aprender a esperar , por más que lo intento, realmente nunca lo consigo. Y es que he soñado con zombies toda la semana con una vida a lo Truman show y paseos nocturnos por el metro de Santiago.
Ayer vinieron la Flavia y Vicente, llegaron como siempre en su pequeña versión compacta, raciones de mini personas, contenidas en sachet o blíster, con la etiqueta "peligro de niños", el envase es a gusto del consumidor. Llegaron y lo revolvieron todo, el café, el pasto, las nubes, los sueños y el tazón de sopa. Los dedos al piano y en el piano las teclas que desfilan a su compás una a una. Vicente y la Flavia marchan como teclas y revuelven sus propias dudas y de paso las mías.