A continuación un fragmento de mi obra en construcción, quiero dar las gracias a todos aquellos de lo que he tomado algo para escribir, y sobretodo a los que me han escuchado leerla de manera incansable , han criticado y me han alentado cuando parece que ya se agotan las palabras y se acaban los motivos, cuando me pierdo entre las apariencias.
Ana, Moni, Lobo, Florencia (de quienes tomé algunas palabras , a veces muy literales, de vez en cuando no tanto!).
(Él que se siente
confundido porque no sabe si realmente quiere dejarla cómo habían acordado
porque la palabra “ausencia” poco a poco comienza a llenarlo de temor,
sensación poco habitual en él, toma el diario
y lo lee de manera distraída, mientras ella mira las fotografías de la
pared pensando que pasaría si trae de vuelta al presente los recuerdos de los momentos
que en ellas acontecen)
Él: (divertido, lee en voz alta) Después de tres años de
feliz convivencia, esposo descubre que su mujer es la actriz de su película
porno favorita.
Cinthia: Artificio. El lenguaje es una mentira.
Él: (leyendo como locutor de radio) Arrestan a caníbales
rusos sorprendidos en plena cacería durante la carrera espacial…
Cinthia: …Crecimiento exponencial y lógica de reciprocidad,
me hace sentido.
Él: Bebé saudí sobrevive al abandono de sus padres y es
criado por una pareja de perros callejeros infértiles. Al poco tiempo
desarrollo la habilidad canina del ladrido…
Cinthia: (convencida) Cariño, la sangre tira, no podemos
luchar contra los principios de la herencia, es por eso que concluimos no tener
hijos, no queremos que escupan sobre su genealogía.
Él: A veces la gente se arrepiente.
Cinthia: ¿A qué te refieres con eso?
Él: (exponiendo su teoría) No sé, trato de imaginarme cómo debe ser hospedarse al interior de tu
vientre, (le mira y el vientre y lo toca
con la punta de un dedo como si pudiese ocurrir algún tipo de reacción
inesperada) Me parece alucinante esa sensación de profundidad (maravillado)
¿crees que se escuche el mar ahí dentro? o ¿el eco de las campanas de la
catedral? Quizás deberías pensar en alquilarlo, hoy en día hacen falta lugares
cómodos.
Cinthia: (que se dirige hacia la mesa) ¿tienes hambre?
El: sí mamá.
Cinthia: ¿crees que los bebés puedan recordar?
El: los bebes siempre me han parecido un enigma, son como
una página en blanco. Tal vez si tengan memoria, pero, luego cuando aprenden a
hablar, resulta que no recuerdan nada.
Cinthia: Los elefantes también pueden recordar.
El: Sí algo así, pero los elefantes son elefantes y los
bebés son bebés, a menos que sean elefantes bebé pero eso ya es otra cosa.
Cinthia: (se para y abre la ventana) ¿me das un cigarro?
El: ( con firmeza) No
tengo. Ya dejé de fumar.
Cinthia: (sorprendida) ¿hace cuánto?
El: 3 horas y 20 minutos para ser precisos. Venía subiendo
la escalera y de pronto me sentí algo cansado, entonces me dije “hombre te
estás haciendo viejo y la vida se te va” , vino entonces a mi memoria el
recuerdo de esa vez en que conversamos de lo excitante que sería hacer algo un
poco más arriesgado de lo habitual. Así que me toqué los bolsillos y allí
estaba la cajetilla que había comprado hacía un rato en la esquina del departamento,
abrí la ventana y sin pensarlo un segundo más la lancé con la intención de que
volara libre por la ciudad, (le muestra la mano haciendo unos movimientos
descoordinados) Por la mierda aún me tiemblan ¿lo notas?.
X: Ahora cuando se enfrenta a la verdad, abandona toda
reflexión, deja la espera de la “frase atinada” para que sobrevenga el peligro,
porque se da cuenta en este segundo que sus próximas noches serán solitarias. A
quién engaña lo supo desde el momento anterior al toqueteo enfermo de sus bolsillos.
Pero, ya atento al acabar de lanzarlos, comprendió que aún estaba pendiente de
faltas, de las omisiones, de las comas, del punto final.
Cinthia: lo dices tan claro que no entiendo.
El: (mira el reloj) Es tarde ya deberías estar durmiendo.
Cinthia: Es noche sábado cari-ño.
El: Es nuestra última noche.
Cinthia: ¿a qué hora tienes que irte?
El: ( la mira directo a los ojos, suspira) ¿quieres que me
vaya?.
Cinthia: No, no es eso.
Él: Aún queda algo de confianza entre nosotros, si quieres
que me vaya puedes decírmelo.
Cinthia: Me siento como en el limbo del tiempo. ¿Quieres un
café?
Él: Con dos cucharadas de azúcar, leche caliente y una pizca
de canela.
(Ella se va a la
cocina y comienza a preparar los cafés, se
siente el ruido de la cuchara al chocar con las paredes de la taza.
Luego el agua que cae a lo lejos. La seguridad es una línea que se quebraja
lentamente así como se va perdiendo el silencio. Él quién no está seguro de
haberla leído correctamente durante todo el tiempo que estuvieron juntos, se
pasea de un lado para otro, temiendo tomar una decisión de la que podría
arrepentirse.)
Él: (pensativo la enfrenta) ¿Alguna vez me has mentido?
Cinthia: (con una sonrisa) por supuesto, todo el mundo
miente.
Él: Sí, pero, no me refiero a esa clase de mentiras. Si no a
las que encuentran miles de razones diferentes y de vez en cuando y cuando
menos te lo esperas te revientan en la cara con su exceso de verdad.
Cinthia: Así de justos corazón de melón, yo no sería yo y tu
no serías tú, si no fuese porque nuestra relación se alimenta de creer en este
engaño, y no es que sea fácil o no creerlo, pero, hay que tener en cuenta con
decidida convicción que algunos nacimos siendo mejores que otros para esto.
X: Alguno alcanza adentro, ella permanece en ella, a veces
con ninguno, casi nunca.
Él: (distraído) Si pudiera yo tenerte aquí hablándome de
nada.
Cinthia: (con la mirada perdida) Hay tantas mentiras en tus
verdades, corazón de melón.
Él: ¿cómo te diste cuenta?
Cinthia: Tiene un perfume, está enviciado de ese olor nuestro aire.
Él: Nunca se termina se puede hacer desaparecer toda la
evidencia
X: De pronto se encontró allí. En ese lugar que de costumbre
Ella no suele habitar por ser demasiado anónima. Pensando que pasaría si le
enseñasen a hablar de nuevo. A mirar. A tocar. A decir. A empinar los brazos cuando haga el amor y
las verdades se le tiren encima, con la pasión más despiadada de pequeñas
vírgenes.
Cinthia: A veces cae la temperatura, es entonces cuando se
me eriza la piel.
Él: Lentamente comenzamos a congelarnos, hace rato que no
funciona el termostato. Dejó de marcar
la temperatura desde que vivimos bajo cero,
aquí en lo profundo, aquí hace rato, las noches, nuestras noches se
siente cada vez menos intensa, aquí…hace rato.
Cinthia: (cierra los ojos cómo si se transportara a una
dimensión más abstracta) Es tu camisa que ya no me calienta.
Él: (la mirada perdida) ¿qué cosa todavía te calienta? ,
¿Piensas en tus viajes cada vez que me haces el amor? ¿En los lugares que has
recorrido, en todo lo que has recorrido? Porque cada vez es más cierto que no
se te puede negar la calle. Ni a la gente, porque intentas vivir de ello, de
las miradas de los desconocidos, de las conversaciones ajenas. No es justo que
compitas con esa naturaleza múltiple que
es tú naturaleza, te escuchas a lo lejos.
Cinthia: Frío de mierda. Frío de mierda. Frío de mierda.
Él: (la abraza de manera mecánica, de esa que es exactamente
la que a ella le gusta, ha comenzado a ver el miedo que hasta el momento sólo
podía sentir, se le cierra el pecho y siente la agitación que deben haber experimentado los conejos cada
vez que salió a cazar) Fueron dos disparos, uno le dio directo al corazón.
Cayó sin medir la velocidad de la caída.
Cinthia: y si en ese caer quizás nunca encontró el suelo, y
sigue cayendo desde entonces, y de pronto parece que se eleva más que cae; así
tal vez nunca ha dejado de elevarse.
Él: Veremos si lo logra sacar el mago del sombrero.
Cinthia: o quizás es del sombrero que sale el mago, quizá el
pobre nunca lo sospechó.
Él: la sentencia del tiempo nos cierra los ojos como
piedras. ¿Te irás de viaje?.
Xauda.